tres semanas después de abandonar el país, Mohamed VI todavía no ha regresado de un viaje privado a Estados Unidos. El monarca apura al máximo sus días de asueto entre Las Vegas y Nueva York, donde posee numerosas propiedades, antes de regresar a Rabat en las próximas horas. Tal y como estipulan las tradiciones del reino alauí, ante la atenta mirada de sus súbditos, que podrán seguir el evento a través de la televisión pública, el soberano debe sacrificar él mismo varios corderos para conmemorar la festividad del Aid El Ahda, que en Marruecos se celebra el martes.
Son las cuartas vacaciones de este año para el rey marroquí. A principios del 2008, Mohamed VI estuvo mes y medio en Francia. Entre finales de mayo y mediados de junio, en Tailandia, Vietnam y China. Por último, pasó el verano en su residencia de Tetuán, al norte del país. Por otra parte, con la excepción de Lalla Salma, esposa del soberano que acaba de regresar de un viaje oficial a Senegal, ni su hermano Moulay Rachid, ni sus hermanas, Meriem, Asmâa y Hasnâa, ni tan siquiera su primo, Moulay Ismail, se encuentran en Marruecos.
Algunos, como Mohamed Mustapha Ibrahimi, presidente de la Comisión de Justicia del Parlamento, afirman que «esta situación no entraña riesgo para la estabilidad del país». Otros, sin embargo, aluden al «vacío constitucional». Efectivamente, en una monarquía ejecutiva como la marroquí, donde el rey posee amplias prerrogativas, la parálisis del sistema una vez que el jefe del Estado está ausente es un hecho. La vigente Constitución de 1996 no recoge lo que se ha de hacer en estos casos. Solo el mando militar tiene capacidad de decisión y poder de acción, mientras el Gobierno debe limitarse a la gestión de los asuntos corrientes.
Entre otras cosas, sin Mohamed VI no se puede reunir el Consejo de Ministros (sí el Consejo de Gobierno, aunque con prerrogativas muy limitadas), cuyos miembros, en casos excepcionales, han tenido incluso que desplazarse al extranjero para despachar con el soberano en su lugar de descanso.
Tampoco se pueden tomar decisiones de calado en el ámbito de la seguridad interna o de las relaciones internacionales, atribuciones exclusivas del rey. En su faceta de árbitro de la escena política y ante la incapacidad de los partidos para ponerse de acuerdo, la elección de un nuevo presidente del Senado en sustitución del fallecido Mustapha Oukacha también se encuentra paralizada.
Asimismo, las continuas ausencias de Mohamed VI parecen haber derivado en una cierta desazón entre sus aliados en la escena internacional, como podría ser el caso de Francia y Estados Unidos. Nicolas Sarkozy no dudó en emplear a algunos de sus responsables diplomáticos para manifestar su descontento con el soberano por su ausencia en la Cumbre de la Unión Mediterránea celebrada en París en julio. De incomprensible se podría calificar también la negativa del rey a recibir a la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, en Rabat en el marco de una gira magrebí.
sábado, 31 de enero de 2009
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